Entrevista a don Jermán Argueta - enciclopedia viviente de la memoria urbana
Por: Fernando Pimentel
Ciudad de México, D.F, Mayo de 2010. - El Exmo. don Jermán Argueta dirige desde hace quince años la revista Crónicas y leyendas de esta noble, leal y mefítica Ciudad de México. Además, es Noble Marqués de las aguas extintas del lago de Texcoco, Comandante General de las tropas de asalto del barrio de la Merced, Conde del Valle de Temascalcingo y Caballero andante de los viejos polvos y gozos de la ciudad. Caballero de la Orden de la Cruz de su Parroquia, Capellán del hospital de Bubas del Amor de Dios, Insigne Limosnero Titular de la Catedral Metropolitana, Oidor y Guía espiritual de las monjas magdalenas de Sullivan y la Merced, Prior del monasterio “Las Glorias de Mayahuel”, Duque de la chinampa de la “Casa de las Muñecas” de Xochimilco, Alcalde y veedor del pulque blanco y sus curados de frutas y legumbres, Custodio de los tepalcates olorosos de la piñata de San Agustín, Sastre Oficial de las calzas de sus Majestades Melchor, Gaspar y Baltasar, Mayordomo celosísimo de los disparates de Cupido, Comendador de la Santa Cruzada para recuperar los espacios santos y nonsantos del valle del Anáhuac, Gentil Camarero de las diez mil novecientas noventa y nueve vírgenes y Alcalde Real y Pontificio contra el crimen de los impíos y corruptos hombres del primer pecado institucional, Contertulio de las charlas convocadas por el Padre Pro, Mariscal noctámbulo de Garibaldi, Custodio de una astilla de la mesa de la última cena, astrónomo y cosmógrafo de Su Alteza Juana la Loca, Gentleman con “certificado de buena conducta” extendido por notarios su Ilma. Gonzalo de Berceo, Sepulturero Benemérito del Panteón de San Fernando, Cofrade Inmaculado de las viñas del Señor y de las copas 36-B de la Verónica; Almirante admirado por su flota del barrio, Fiscal del Santo Oficio y de los libros de humedades prohibidas, clasificación XXXXX.
El aroma a copal y la música del barroco novohispano que inunda el ambiente y le otorga un aura exótica, perceptible desde las escaleras del edificio, conducen a un departamento con la puerta abierta. Don Jermán Argueta, el Conde del Valle de Temascalcingo en persona, está sentado muy relajadamente en su sillón. Escucha atentamente a su encargado de distribución de ventas hasta que se percata de mi presencia.
- ¡Quiubo, Fernando! Pásate, hombre, ¡siéntate! ¿Algo de tomar?
Tras mi agradecimiento y negativa ante su último ofrecimiento, don Jermán procede a terminar su asunto pendiente. El departamento (que también es oficina y cuartel general) se puede describir como un conjunto de colecciones que, a pesar de lo reducido del espacio, armonizan muy bien. Un enorme estante repleto de libros ilustrados, cruces de paja y coloridas máscaras llenan las paredes. Figuras cerámicas y metálicas de caballeros medievales tienen un viejo escritorio como campo de batalla.
Cuando al fin termina su asunto y despacha a su empleado, don Jermán me invita a pasar a su comedor. El Limosnero Titular de la Catedral Metropolitana rebasa ya los cincuenta años; su desaliñado peinado al estilo Lora, junto las arracadas old fashion que cuelgan de sus orejas lo confirman.
Mientras nos sentamos sobre las sillas de madera repujada, le comento a don Jermán acerca de las pésimas condiciones del transporte público. Aunque estudió antropología y es cronista de la ciudad de México, este noble marqués ejerce orgullosamente como cuentacuentos profesional. Su elocuencia es notoria.
- Estamos en confianza. Por favor, háblame de tú. Fíjate que el otro día que tomé el micro, el chofer nos ordenó (a los pasajeros) que nos compactáramos.
- ¡Ah caray! ¿Cómo estuvo eso?
- Sí, como iba retacado el camión y estaba bien chiquito, de plano nos gritó: “¡Compáctense, compáctense!, ¡Nomás los molesto si se van recorriendo haciendo las dos filas por detrás!” (risas de ambos). ¡Como si fuéramos basura! Pero bueno, a lo que vamos…
- ¿Cuáles son tus orígenes?
Jermán esboza una mueca sonriente y medita mi pregunta. Titubea mucho antes de comenzar a hablar y, cuando lo hace, es de forma lenta.
-Yo nací en Tamascalcingo. El lugar del pequeño temascalli, donde se purifica el cuerpo y el espíritu. A los dos años llegué a vivir a esta ciudad, mi ciudad, al barrio de la Merced, concretamente. Más tarde, ahí mismo, conocí a la constelación de las alegradoras, quienes humedecen las piernas de la ciudad. Son parte de la cultura de la caricia y la humedad erótica, sin quienes nuestra ciudad sencillamente no sería la misma.
- Tal vez sea demasiado obvio, pero… ¿por qué te apasiona tanto esta ciudad?
- Es una buena pregunta. Algunas personas creamos un vínculo especial con la ciudad donde crecimos. Queremos saber absolutamente todo acerca de ella, incluyendo su pasado: qué había, quién vivía ahí y de qué manera lo hacía. Y si hablamos de una ciudad con una historia tan larga como la de ésta, ese interés se multiplica al cubo. Cuando camino por las calles de la ciudad (de México) me adueño por completo de ella y su esencia penetra en mi alma cada vez más profundo.
- Para alguien que ama esta ciudad tanto como tú, debe ser doloroso ver cómo la transculturación ha afectado su identidad autóctona.
El Mariscal noctámbulo de Garibaldi frunce el ceño y se lleva la mano a la barbilla. Procede a contestarme muy lentamente
- No lo es tanto, porque ha sido un proceso gradual y las cosas han llegado poco a poco. La Ciudad de México es… el gran escenario donde el tiempo es tan convulso que se esfuma bajo los agitados pasos de sus pobladores – se detiene unos segundos para pensar en la continuación de su poética contestación, y continúa muy lentamente – Es el escenario de espejos que nos muestran que lo estaba ya no está porque la crisis, la especulación inmobiliaria y el cambio de giro terminó con un patrimonio visual. De repente uno se pone a reflexionar y concluye que esta modernidad esquizofrénica no puede convivir con lo antiguo.
- ¿Eres nostálgico?
- No. Se vale recordar y tener presente nuestra identidad. Pero la nostalgia está prohibida. Yo creo que no es….
El aullido de uno de los gatos de la casa interrumpe súbitamente la inspirada respuesta.
- Ya se me fue el avión – se disculpa Jermán. Es el alemán que me trae loco.
- No te preocupes, pasaré a la siguiente pregunta, si quieres…
- Por favor
- ¿Crees que haya cambiado la personalidad del mexicano?, ¿Conserva sus raíces?
- Indudablemente conserva sus raíces – contesta rápidamente – aunque se manifiestan de forma más velada, más sutil. Su personalidad también sigue siendo la misma; sigue estando tontamente avergonzado e inconsciente de su vasto patrimonio cultural y recibiendo toda clase de productos extranjeros con los brazos abiertos. Todo mundo anda con tenis: no lo puedo comprender. Es probablemente el peor calzado jamás inventado. El mexicano comenzó a arrastrar esta maldición en su inconsciente colectivo desde la Conquista. Si me disculpas, voy rápido por una coca…
Jermán se metió cinco segundos a la cocina para regresar con una lata de Coca-Cola y pedirme que continúe. Le pregunté su opinión sobre el deterioro del Centro Histórico.
- Eso sí que es doloroso. Es un espacio que contiene algunos de los tesoros más apreciados del país.
- Y ¿el uso del Zócalo para actividades con fines partidistas?
- Antes me molestaba. Pero si nos damos cuenta, cuando cambian los tiempos también lo hacen las usanzas y costumbres de la gente. Desde que el PRD está al frente de la regencia de la ciudad, el Zócalo se ha utilizado como “la sala de la casa”. Creo que no está tan mal. Me gusta ver a la gente congregada, tanto para divertirse como para convocar a la protesta social. Yo mismo estuve en el plantón que apoyó a AMLO en el 2006.
- Por otro lado, ¿se interesa la gente todavía en su propia identidad cultural?
- ¿Vieras que sí? Aunque no lo creas o no lo veas tanto. Eso es fácil de contemplar en mi trabajo. Es muchísima la gente que todavía se acerca a escuchar las historias que cuento, las cuales creo que encarnan perfectamente nuestra identidad cultural. Historias como la llorona, la mulata de Córdoba, la monja alférez, la leyenda de don Juan Manuel, la planchada y muchas otras constituyen una marca indeleble en el imaginario colectivo del pueblo y gozan de perfecto estado de salud, para mi fortuna…
- De estas historias que cuentas en tus revistas, muchas se desarrollan en plena actualidad. ¿Has experimentado en carne propia alguna de ellas?
- No, desde luego que no. Esas serían pachecadas (risas). Pero, como te digo, todo esto está en el imaginario colectivo. Yo no soy creyente. Pero aun así, te parezca o no; me parezca o no, la Virgen de Guadalupe existe. Aunque es intangible, es muy real, ¿me explico?
- Sí
- ¿De verdad?- pregunta Jermán con escepticismo.
- Te juro que sí.
- Ah bueno., sigamos.
Si algo llama la atención por su comicidad e ingenio es la plana entera de títulos nobiliarios y cargos públicos que, por medio de su revista, Jermán clama tener.
- ¿Cómo nace la idea de los títulos nobiliarios?
- Ah, pues creo que es un fenómeno que surgió muy espontáneamente. En el primer ejemplar de la primera época de Crónicas y Leyendas sólo tengo un título, el cual creo que es Conde del Valle de Temascalcingo. En cada número se fue agregando un título más. Por ahí de la tercera época de la revista se llenó la plana, aunque los títulos siguen aumentando. Ricardo García, mi colaborador, cree que me he ganado cada uno de ellos a pulso, con el sudor de mi frente (risas).
- La cultura popular moderna no lo hace, pero ¿considera Ud….
- De tú, háblame de tú por favor…
- Discúlpame pues. ¿Consideras que es fiable la tradición oral?
- La tradición oral es la historia que la gente cuenta en voz baja y es verídica. Esa historia forma la tradición oral de un pueblo; es la historia misma de un pueblo, de una sociedad que avanza a través de sus vivencias y sus tradiciones, su memoria viva. Los que todavía practicamos la tradición oral utilizamos la palabra como vehículo de transmisión de emociones y motivos. Pertenecen a un contexto social del cual son producto. Este producto se ha transmitido oralmente a lo largo de muchas generaciones y, aunque sí llegan a haber algunas variantes en los temas y técnicas usadas, se conserva fidedigno. Me atrevería a decir que algunas veces es más confiable que la propia tradición escrita.
La esposa del Custodio de una astilla de la mesa de la última cena se asoma lentamente desde su habitación. Comprendo que si no termino pronto, mi presencia se tornará incómoda.
- Pues bien Fernando, cualquier duda que tengas…
- Sólo para finalizar, Jermán, ¿qué opinas de esta planeación de festejar el Bicentenario de la Independencia?
- A mí me parece muy poco orgánico todo ese rollo No veo cual es el motivo del festejo. La patria, doscientos años después, sigue por los suelos. Esos festejos son totalmente artificiosos e hipócritas.
- Don Jermán Argueta, no me resta más que agradecerle por concederme su tiempo. Sé que andas muy ocupado.
- Sí, me paso todo el tiempo en la calle. Estoy ajetreado porque tengo presentaciones en estos días con mi ensamble.
- ¿Jermán Argueta y los Hijos del Santo Oficio?
- El único y original. Quedas cordialmente invitado al chow. Dile a Zyanya, la secretaria, que te pase el calendario de las presentaciones.
- Muchas gracias, Jermán, por ahí estaré.
- Nos vemos.
El Sastre Oficial de sus Majestades Melchor, Gaspar y Baltasar tiene una montaña de trastos sucios que lo esperan en el fregadero. Vence la desidia y cuanto antes pone manos a la obra.