jueves, 1 de octubre de 2009

El duomo de Orvieto

Hay muchas obras de arte que ejercen un influjo magnético sobre nosotros; contemplamos todos sus detalles hasta perder la noción del tiempo, y aún así siempre tienen algo que ofrecer, pues al volver a mirarlas, nos percatamos de detalles que habían pasado desapercibidos en otras ocasiones. A mí me ocurre con las pinturas de Jacques-Louis David, con los grabados de Doré, y con los frescos del Duomo de Orvieto, la obra maestra del pintor Luca Signorelli, quien tenía una peculiar habilidad para crear atmósferas siniestras, capaces de generar una profunda inquietud en el espectador.
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 Entre las tantas escenas que decoran la capilla destaca especialmente una (a mi gusto): El sermón y las obras del Anticristo (abajo), en la cual encontramos un detalle digno de mención: la representación del Maligno no es la habitual, pues no se trata un dragón o una bestia infernal derrotada y aplastada por el arcángel Miguel. Aquí nos encontramos con el mismísimo Anticristo, el hijo del Diablo, que vendrá al mundo en el fin de los tiempos.
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 Aparece representado con rasgos similares a los de Cristo (aunque un tanto malévolos) e intenta burlarse de Jesús imitándolo. Sin embargo, el Anticristo no está solo. Tras él, susurrándole al oído lo que tiene que decir se encuentra Satanás, con su habitual look de cuernos y su color rojo. Las dos figuras parecen una titiritero y su muñeco, pues los brazos del Anticristo parecen extensiones de las extremidades del Diablo.
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A los pies de ambos, elevados sobre un pedestal, se acumulan riquezas y tesoros dejados por sus adoradores. Son los pecadores, que se han dejado arrastrar por el mal. La escena se completa con la representación de una masacre a la izquierda, una mujer prostituyéndose y un grupo de personas de todos lo estratos sociales a ambos lados del pedestal. Arriba, a la derecha, hay un grupo de clérigos amontonados, que recurren al rezo para evitar la influencia y las tentaciones del Maligno y su hijo. En el lado izquierdo, aún más arriba, aparece un arcángel derrotando a Lucifer y arrojándolo a tierra. También pueden verse otros de los actos del Anticristo, como la resurrección de un muerto (otra imitación burlesca de los actos de Cristo).